Sobre el frio y otras yerbas

Sin pedirle permiso, pero linkeándolo como corresponde, es que les traigo gracias a mis amigos Copy y Paste, un delirante texto de mi amigo Marbot acerca de las épocas invernales. Sé que no tiene nada, pero nada que ver con la calurosa temporada de verano en la que estamos ya, pero me pareció lo suficientemente hilarante como para mostrárselos:

Llegó el frío. Sí, ya sé que es una información algo estúpida a menos que Ud. tenga alguna patología que le impida enterarse por sus propios sentidos. Pero llegó el frío, y la noticia no me agrada en absoluto. -”¡Ja!¡Fríos eran los de antes!”- suele decir la gente mayor (y cuando digo mayor me refiero a sexagenarios para arriba), desautorizándolo a uno por completo y dejándolo como un llorón que no aguanta unos grados de menos en el termómetro. ¡Pues bien, anciano!¡No sé cómo diantres serían sus inviernos, pero yo al mío no lo soporto! Y al lector que llegó hasta este párrafo y no esté de acuerdo, que vaya nomás a regar su jardín en camiseta y ojotas a las 6:30 de la matina. ¿Y es que acaso el invierno tiene algo de bueno?¡Los desafío a enviarme puntos positivos sobre esta estación y refutárselos con más de un motivo uno-por-uno! Para comenzar, el frío atenta contra la higiene personal. ¡Vaaaamos!¡O ahora me va a decir que Ud. se baña todos los días de la semana! Gracias al frío desarrollamos una especie de alergia al agua sólo comparable a la de los gatos, y nos vemos obligados al uso y abuso del desodorante y el talco “Veritas”.
Y si de salud física y corporal se trata, no les tengo buenas noticias... ¡Sean bienvenidos a la época del año en que los músculos trapecios se agarrotan por estar contraídos la mayor parte del día!¡Bienvenidos a un mundo de seres desprovistos de cuellos que deambulan por las calles con mirada sombría como tratando de encontrar ese par de vértebras perdidas! Y no voy a nombrar las pestes, enfermedades y demás porque ya sería un tema aparte.
Otra calamidad antecedida por un sano consejo: no se acueste. No se acueste, porque a la mañana siguiente difícil tarea será que Ud. se levante. ¿Que a Ud. eso no le pasa?¡Bueno, váyase con el anciano a regar las plantitas en camiseta y ojotas y déjeme tranquilo que hay otros pacientes que sí tienen este trauma! Ok, prosigamos. Si a Ud. le cuesta horrores levantarse de la cama por las mañanas, no se preocupe, es algo totalmente lógico. Es lógico que si Ud. está prácticamente sepultado bajo cuarenta kilos de cobijas, frazadas y acolchados, cuando suena el despertador a las siete de la mañana le parezca una mala idea abandonar ese cálido y apacible lugar para ir a la oficina a morirse de frío y tomar mate frío porque las de limpieza usan el agua caliente del termo para lavar los pisos. ¿Que si no va al trabajo lo van a despedir? Y bueh... si no queda otra solución. Levántese de un salto; maldiga porque olvidó entrar la alfombra y pisó el suelo helado; maldiga porque no halla sus pantalones; una vez que los halle, póngaselos; deslícese hacia el cuarto de baño; maldiga porque el agua sale a 10° bajo cero; higienícese (no olvide continuar maldiciendo); vaya a la cocina; maldiga porque se le terminó el gas y deberá tomar mate frío en la oficina porque las de limpieza usan el agua caliente del termo para lavar los pisos; tome su abrigo y salga de su casa (no olvide continuar maldiciendo); si no tiene coche, maldiga porque debe ir a pie; si tiene coche, maldiga porque a causa del frío no arranca; una vez que arranca, maldiga porque va a llegar tarde; al llegar, y cuando su sexagenario jefe le diga: -”¡Pero que le pasa, Rodríguez!¿Me va a decir que anda con frío?¡Mire que fríos eran los de antes!”- No maldiga. Ponga su mejor cara de póker y dibuje su mejor sonrisa y dele la razón a su sexagenario jefe. ¿O quiere que lo despidan?