In the minute

"Me gustas", acotó ella; y el cruce de miradas rápidamente se transformó en pasión infinita. Se fundieron en abrazos mientras sus labios se acariciaban mutuamente en un loco juego de placer, persiguiéndose unos a otros, buscando el contacto febril de su carmesí contrapar.
Sus ojos estaban cerrados, pues no había necesidad de imágenes, los reflejos neuronales de su propia lujuria era todo lo que necesitaban.
Se volvieron una sola persona, ambas unidas en el mismo plano y espacio atemporal. Sus mentes coexistieron en el unísono, en un encuentro astral con su propio ser, donde la inmensidad del cosmos se hizo minúscula en relación al deseo, a la líbido, a la delicia exquisita de su otro yo.
Sus manos se exploraban, buscando tal vez el escondrijo de tanta pureza, sacando chispas de amor con cada roce. Sus cuerpos adyacentes compartían el sudor incandescente del éxtasis que entre sí se provocaban. Sus vasos capilares dilatados, eran serviles al torrente hormonal que se había desatado. Sus contactos nerviosos rápidamente estimularon la descarga fisiológica del deleite en sus cerebros.
Afuera el tiempo inmóvil, observaba la eternidad puesta ante sus ojos; el desvarío grotesco de la mismísima plenitud casual, la que se enardecía con cada caricia. Pero el tiempo es omnipotente. El tiempo es omnisciente. El tiempo es infinito y todo lo puede. Y el tiempo, les alcanzó.
- Asumo que eso significa que tú también. -Remató ella.
- Asumes bien. -Dijo ella sonriendo.