Cuando llueva usa paraguas
Javier se despertó con el tic-tac del reloj y se dio cuenta que todavía era temprano porque no había sonado la alarma. Como vivía en las afueras de la ciudad, siempre se levantaba antes que nadie para llegar al colegio a tiempo. Luego de desperezarse, fue al baño a lavarse los dientes y se vistió.
Cuando abrió la puerta para dirigirse a la parada del colectivo, notó la feroz tormenta que se había desatado. Pensó en buscar su paraguas, pero no valía la pena ya que la parada estaba cerca. Se decidió, cerró la puerta, y corrió hacia el refugio en donde esperaría el colectivo, pisando numerosos charcos a su paso. Una vez bajo el abrigo de los acrílicos de la parada, se sentó a pensar en sus tareas para ese día.
De pronto, notó que alguien lo estaba observando desde el otro lado de la calle; la siniestra presencia estaba vestida de negro con un saco de gabardina y un sombrero que cubría su cabeza. Escuchó un trueno, y un escalofrió recorrió su espalda cuando vio que el extraño lo señalaba. Pensó en gritar pero era inútil por que no había nadie en los alrededores. Su corazón pegó un sobresalto cuando el sujeto avanzó hacia donde él se encontraba. Justo cuando iba a empezar a correr, sintió la frenada del colectivo, y rápidamente subió a el.
Al llegar a la escuela, pronto olvido el susto de esa mañana, y su jornada transcurrió normalmente.
Volvió a su casa a las 7:00 de la tarde. Fue a su habitación y prendió el televisor, esperando que sus padres llegaran a su casa del trabajo y lo llamaran para cenar. Las horas pasaron pero nada ocurrió.
Eran pasadas las 12:00, por lo que Javier, decidió ir a ver que ocurría. Buscó en la cocina, en el comedor y en la sala de estar infructuosamente. Se dirigió entonces a la habitación de sus padres. Golpeó la puerta y al no recibir respuesta la abrió suavemente. Un salpicón de sangre manchó su rostro. Atemorizado alzó la vista, dio un grito desgarrador salió de su garganta, al observar que las cabezas de sus padres giraban colgadas del ventilador mientras que sus cuerpos se desangraban en el piso. El terror inundó sus ojos, y su cuerpo se estremeció al leer el mensaje escrito en la pared: “Tu eres el que sigue”. De repente se cortó la luz, al tiempo que un relámpago quemó los fusibles de la casa. Los pasos sobre la madera indicaban que no estaba solo. Desesperado corrió escaleras abajo y cuando intentó abrir la puerta, un golpe le hizo perder el conocimiento.
Los aullidos de los perros, le hicieron abrir sus ojos y entre sueños vio al hombre del saco de gabardina, que había visto esa mañana.
Intentó moverse pero sus manos golpearon con algo duro. Inmediatamente se dio cuenta que estaba atrapado. El pequeño lugar en donde se encontraba no le permitía realizar movimiento alguno, el olor a tierra húmeda penetraba la prisión de madera en donde se encontraba. Sus gritos se ahogaron en el vació y sus golpes solo lo debilitaron. Desde afuera, en la lápida, podía leerse: “CUANDO LLUEVA USA PARAGUAS”
5 comments:
No me dio risa... está mal???? Un abrazo. Ah, estuve jugando un rato con Criter, macanudo tu lobo.
Eric amigo, comprate un bosque...y pierdete!! Nos vemos man
El usuario anonimo es Príncipe Carlos :)
jajaja TE ENCONTRÉ CHARLIE!
Tu también, cómprate un desierto, y bárrelo!
Marbot: es juguetón Kriter (con K, pero porque me gustó, no por nuestro presi), y mas si le das de comer :)
Me acabo de enterar que el usuario anonimo no era Charlie.
A cualquiera le pasa. Creo que anduve difundiendo mucho eso de "cómprate un...".
Bienvenido Pancho, hacia mucho que no se te veia :P
Ahora entiendo por qué mi vieja jamás sale sin paraguas.
Como a mí eso me jode un poco (cargar el paraguas) no tengo ventiladores de techo en casa.
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